Contexto histórico
En 1235, conducidos por Fernando III el Santo, los cristianos toman la ciudad de Córdoba, gobernada por diversos estamentos musulmanes desde el 711. Como es conocido, en el territorio de Al-Ándalus, los musulmanes respetaron a la población cristiana y judía, por pertenecer ambas a una de las religiones de Abraham, que los dotaba de un estatus determinado, y podían conservar sus ritos y mantener sus jueces.
Con la llegada de los cristianos al poder, esta situación de convivencia tampoco cambia; gobiernan sobre una mayoría musulmana que, por mucho tiempo, mantendrán además de su religión, sus costumbres y oficios. Los mudéjares, término que proviene de la palabra árabe “mudayyan”, aquél a quien se le ha permitido quedarse, desarrollarán un arte singular único de la España medieval.
en 1236 según M. Ocaña Jiménez
Respecto a la población judía, viven principalmente en el barrio de la Judería – delimitado entre las puertas de la Judería y la Puerta de Malburguete - pero éste no es en absoluto un ghetto: pueden entrar y salir libremente y hay familias judías que viven en otras zonas de la ciudad, cada vez más de hecho, acercándose a las zonas de mayor actividad comercial (calle San Fernando, y zona de la Plaza de la Corredera).
En la segunda mitad del siglo XIV, la población en España sufre importantes mortandades debidas no sólo a las malas cosechas y epidemias, sino también a las luchas civiles entre distintos linajes castellanos. Todas esas tensiones se combinan en una coyuntura histórica compleja: en 1390 mueren el rey de Castilla, Juan I, y el arzobispo de Sevilla, el cardenal Barroso. En 1391, sin un poder fuerte en el trono - gobierna el niño rey Enrique III – y con la sede arzobispal vacía, el Arcediano de Écija, Ferrand Martínez, promueve las revueltas contra los judíos, que, comenzando con el asalto de la judería en Sevilla, se expande rápidamente a ciudades como Carmona, Córdoba y Toledo. Se pone así fin a un largo periodo de tolerancia y convivencia.
En Córdoba, tras el asalto a su judería, los judíos son expulsados – muchos van a Granada – u obligados a convertirse al cristianismo. La Judería se incorpora como un nuevo barrio cristiano a la ciudad: la collación de San Bartolomé, último de los barrios cristianos en que es dividida la ciudad, y se inicia la construcción de esta iglesia como templo parroquial, una iglesia pequeña y modesta, para un barrio que había quedado prácticamente desierto y sin peso económico en la ciudad.